La responsabilidad en un contexto educativo
El concepto de «huella ecológica» podría ser valorado como herramienta pedagógica para hacer tomar conciencia de nuestra responsabilidad por el impacto de nuestro modo de vida en el medio ambiente La huella ecológica («ecológico Footprint» en inglés) es un indicador medioambiental, una herramienta de análisis de la sostenibilidad de un modo particular de gestión de los recursos naturales.
Este indicador puede utilizarse como base para la planificación y aplicación de políticas a nivel de ciudad, región, estado y planeta.
La «huella ecológica»
se mide en hectáreas. Cabe recordar que para las actividades de producción y consumo en un lugar determinado se emplean recursos procedentes de diversos lugares del mundo. Por ello los impactos ambientales de esta producción/ consumo tendrán repercusiones en regiones alejadas de este lugar específico. Por esta razón, la «huella ecológica» se calcula como la suma de estos terrenos, en cualquier lugar de la tierra.La publicación de los resultados de los cálculos sobre la huella ecológica de una ciudad, región o nación puede dar lugar a un debate público sobre la cuestión de la sostenibilidad del modo de vida actual. En un contexto educativo se pueden realizar miniinvestigaciones sobre la huella ecológica de un municipio, de una ciudad, de una región, basándose en los datos existentes (lo que puede convertirse en un proyecto educativo en sí mismo), el establecimiento de indicadores de la deuda social y ecológica de los países del Norte con los países del Sur, etc.
A través de estos cálculos, se puede tomar conciencia de las interdependencias entre nuestro modo de vida y los impactos ambientales sobre el resto del planeta y nuestra propia responsabilidad, como individuos y como grupo social.
Su objetivo es conseguir que los precios y las condiciones sean más justos para los productores, minimizar el impacto medioambiental de la producción y educar a los consumidores para que se conviertan en agentes del cambio.
Las organizaciones de comercio justo han desarrollado juegos educativos para jóvenes, adultos, activistas o voluntarios de la cooperación, que permiten comprender mejor lo que está en juego: «ruta del café», «juego del plátano» etc. Varios actores siguen organizando «desayunos justos», que son al mismo tiempo momentos educativos sobre el comercio justo.
La intervención educativa en torno a este tema tiene por objeto hacer tomar conciencia de nuestra responsabilidad como consumidores. Ofrece la ocasión de explicar al ciudadano del Norte la complejidad de las cadenas de producción y de la estructura de los intercambios internacionales: ¿Cómo conocer los efectos tóxicos de las baterías de los teléfonos móviles? ¿Cuáles son los impactos de los dispositivos electrónicos que utilizo en el medio ambiente?
El desarrollo del comercio justo en los países del Norte en los últimos años es precisamente el resultado de una acción educativa exitosa. Pero este desarrollo refleja, al mismo tiempo, una nueva relación de una parte de la población con el consumo, un movimiento hacia el «consumo responsable» o el «consumo ético».
La deuda ecológica
En su concepción corriente, utilizada por los activistas sudamericanos, la deuda ecológica es una deuda que los países industrializados del Norte deben a los países del tercer mundo, antes colonizados, debido a los impactos medioambientales que ha provocado (y sigue implicando) la explotación de sus recursos por los países del Norte, así como a los impactos medioambientales «importados» (residuos depositados en su suelo, etc.).
La asociación Acción Ecológica define la deuda ecológica como «la responsabilidad de los países industrializados por la destrucción progresiva del planeta causada por sus modos de producción y de consumo».
En una concepción más amplia, puede tratarse de una deuda ecológica provocada por cualquier país A, a través de sus modos de producción y de consumo, en otros países o en territorios fuera de la autoridad judicial nacional. También puede tratarse de la explotación o el uso de ecosistemas por parte de un país A, a expensas de los derechos justos de otros países u otros individuos sobre esos mismos ecosistemas.
En este sentido, la «causa» de la deuda es el país A (país industrializado habitualmente) y la víctima (el acreedor) será el planeta.
Según esta concepción, la deuda ecológica puede adoptar la forma de una deuda de toda la población de la Tierra con las generaciones futuras, debido a la explotación abusiva de los recursos, que conduce a la aparición de amenazas ambientales planetarias.
Las personas y las ONG que apoyan este concepto indican que la brecha entre ricos y pobres a nivel mundial se ha construido sobre las deudas ecológicas de los países coloniales, que las poblaciones más pobres se encuentran ahora obligadas a pagar.
Si se hace hincapié en el concepto de la deuda ecológica, se trata principalmente de introducir la noción de responsabilidad en las mentalidades de los ciudadanos de los países del norte, que son los más derrochadores de recursos naturales.
Para saber más
- La responsabilidad en un contexto eductativo(0.2MB)
- Consulta la bibliografía del tema (90.8kB)
- Le site Internet de la alianza por un mundo responsable y solidario
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Autora de la ficha : Yolanda Ziaka. Polis
